La minihamburguesita más grande del mundo

Sacrilegio
inefable,
limerencia,
viracocha,
inexorable
acidia.

SSSShIT

Podría hacerla eterna,
forjar cadenas incorpóreas que se aferrasen
al incesante precipicio de los granos de arena,
taladrar su sonrisa unos segundos por doquier,
violando mentes,
grabando flashes inapreciables germinales,
como ya hice antaño a otras,
aun con menos merecimiento,
y sin embargo,
el ácido corrosivo se come
lo asegurado de recién nato,
la mirada babeante,
la voladura de sesos,
el aleteo del colibrí en cada saludo provocado,
y la contención de la caliente,
recordadora de tu cuerpo en braille,
haciendo tambalear la genial idea
de verla mi sirena,
confundido con el embiste de cada una de tus olas.

Ovnipresente

Querida des-conocida,
disculpa mi descaro a estas alturas,
mas he de reconocer que aún pienso en ello.

Aquella elástica azabache
de gollete espigado,
arropada sin manos por el pellejo del otoño
viniendo coincidir con el descanso del verano en tu hombros,
raíces de tus ramas en flor
como tus labios,
que así atentamente para pintar
así mis labios en un roce,
y a tono encendió faces,
arrastró hacia tus oídos lo presupuesto como divertimento,
con la rodilla en la alfombra del color del famoso barrio,
diciendo verdades como puños
que retornaban a mi cara,
mientras el silencio no hacía acto de presencia,
obviado por las marcas de entonces,
hoy renaciendo como estigmas con tu nombre y apellidos,
plasmando tus entrañas atravesadas en mi garganta,
mientras que las mías eligiendo los planos de su morada al verte,
soñando con  la imposibilidad de reproducir el cielo...

Y no lo niego,
aún pienso en ello a pesar de la grieta entre los mundos,
a pesar del glaciar kilométrico que distancia tus flores de mis torpes manos,
y la mueca de mi cara, normalmente mustia,
torna en una mezcla de presidente de los Estados Unidos
y visita obligada al dentista,
tan correcta como desagradable...