lunes, 22 de junio de 2015

Picando piedra, bola de acero en el tobillo

Aún recuerdo las briznas de rocío en la ventana,
como llegaban a morir mis sueños en una carrera absurda por vestirme,
la procesión a la madriguera comiendo perdices,
incluso,
aún perdura el terremoto al verte,
la lanza en el costado cuando provocaba el deshielo en tu mirada,
y el pijama de pino que confeccioné para los restos a base de pensar,
y es curioso,
porque a pesar de los metros de tierra que me sepultan,
y de la ceguera que adquirí en el dichoso harakiri,
aún soy capaz de vislumbrar las sinuosas perfecciones
que dibujaba la noche en tiza a través de la persiana
y del beso entre el sueño y la vigilia
que significaba la salida del paso a las frías calles,
más devoto que nunca,
aunque menos que ahora desde el exilio,
donde lato sólo y solamente narcotizado.

domingo, 7 de junio de 2015

Camino aa Marte


Tengo miedo,
como siempre,
como nunca,
porque el lecho no se llena,
eches lo que eches,
y la botella, obviamente,
en puestos de descenso,
que puestos todos parece que hiberna,
mientras me lanzo más faroles
que luces porto.

¿Total?
De ese que te hacen puenting los bolsillos,
viviendo por encima de mis posibilidades,
o quizás, simplemente, vértigo ante las ventoleras,
y ahora buscando tuerca un tornillo trasroscado,
rey de las roturas,
y ni forzando,
sin quererte quiero,
me chuto un nudo en la garganta,
un kilo más a la mochila,
y respiro,
y sigo respirando
como método agónico de suicidio,
sobreviviendo,
sobrellevando,
sobre todo por el hecho
de que al final separar hielo y fuego
dejó de derretirte el panorama,
pero no de chorrear.