lunes, 31 de diciembre de 2012

Amnesia obligadamente necesaria

La mágnum asomaba por el bolsillo,
apuntaba directamente a sus entrañas,
le obligaba a abrir la jaula,
y él quería, de verdad,
la oportunidad de salvar el mundo
era más lógica que la de autodestrucción,
aunque no quisiese mirar por él...
la abrió, de hecho nunca estuvo cerrada,
el problema es que ya eran libres,
las fieras ya decidieron donde querían vivir
y que mejor sitio,
que esa cárcel de 5 estrellas...

lunes, 24 de diciembre de 2012

Por meterse caballo


La hoja zorreaba con su garganta,
recostado sobre un lecho de folios usados,
callaba los pensamientos que decía de gritarlo todo,
las marcas de las jeringuillas en los brazos
abrían heridas a mundos de la antigüedad;
Babilonía nunca dejó de estar presente,
sin embargo, ya destrozada,
la que un día fue bella y esplendorosa
quedó arrasada por la caballería
y sumida en unas ruinas perpetuas,
los cañones hicieron estragos,
y aunque demolieron todo a su paso, haciéndolo añicos,
los fragmentos de los estallidos
se enquistaron en el entorno,
el humo de las murallas derruidas salía por su nariz,
confundiéndose con el aroma a marihuana
dibujaba espejos congelados con su imagen,
hechos de números y de improvisto,
llegaban con las palomas electrónicas,
que no cesaban, incansables,
y cada una tenía un sabor diferente:
sabor a pólvora, sabor a sesos,
sabor a erizadas de vello,
sabor a paté de patadas,
a sonrisas embotelladas
que al abrir...
¡Sorpresa! salta a la puta cara,
como un gato, se aferra a la cabeza,
penetra con sus garras las sienes
y se acurruca a dormir,
mientras que el romance cuchilla-cuello,
resulta un tanto suicida,
cada caricia es un lloro bermellón,
inducido por el galope frenético de su vida.

martes, 18 de diciembre de 2012

Yes we can!




No puedes tener celos de lo que no ves,
de lo que no pertenece a nadie,
de lo que es libre,
no puedes enjaular el otoño,
no puedes pretender pretender algo
ya de mano avisado de impretendible,
no puedes jugar con fuego
si eres un muñeco de nieve
con corazón de yesca,
con mecha corta,
altamente inflamable,
no puedes tentar a la suerte
sin tener nada que ofrecerle,
no puedes hacer tantas cosas,
que no puedes evitar hacerlas.

Pinchazos en el cuarto dedo griego

Todos somos
el perro faldero de alguien,
todos sin excepción,
hasta el más cabrón
de los mortales,
sucumbe a esa tentación,
se dejan llevar por la falsa
sensación cálida,
de un hielo a quemarropa,
se empieza a infectar,
y no lo notan,
se hacen adictos a esa droga,
dilata músculos,
contrae otros,
anula voluntades,
y a otros se las roba,
yonki perdido anda el planeta,
buscando su pico, su morfina,
esa calidez en el alma,
esa necesidad canina.

Yo, soy yo, y las chupitos que me faltan



Tumbado en el suelo,
agobiado por el calor,
se arrastra buscando
alguna sombra que le cobije,
atento y leal,
al silbido del alguna de sus dueñas
acude raudo y veloz,
ladra, saca la lengua,
rueda, se echa, se hace el muerto.

Se tumba porque quiere,
no quiere hacer nada,
no encuentra el gato al que perseguir,
ni la comida que tanto le gusta,
no encuentra su hueso enterrado,
ni la recompensa prometida,
solo encuentra patadas,
burlas y tirones de orejas,
y sin embargo,
a sus pies siempre está,
con una sonrisa en su corazón,
no conoce rencores,
a pesar de conocer el dolor,
no aprende de sus errores,
y en tu alfombra duerme mejor.

Cresta, clásico, mohicana, gilipollas

No, no, no puedo,
olvidar la lluvia de otoño
cada vez que esta me empapa,
se hace cada vez más difícil,
olvidar el florecer de la primavera
cuando vives rodeado de ella,
se hace cada vez más difícil,
cuando intentas olvidar el invierno
calándote el frío en los huesos,
se hace cada vez más difícil,
olvidar el ardor del verano
cuando estás hecho de ello,
se hace cada vez más difícil,
escupir por el frío de una,
renegar no querer el tiempo ideal,
amar pasear bajo la tormenta
y aborrecer mojarme,
odiar el estúpido y necio ardor
y su facilidad para abrasarme.

L(o)S(oy)D(iferente)

Ojalá escupiese esta mierda
cada vez que la pruebo,
pues a cada sorbo que doy,
es como la nicotina,
cuanto peor es el sabor,
sabes que más te fascina.

Sácame las piedras de los bolsillos o terminaré perdiendo los pantalones





Saludos de cero,
miradas de incredulidad,
sonrisas que son risas,
sangre de Dionisio,
disfraz de señor,
noche de limón tuneado...
No, que me enamoro.

Saludos de cero,
carcajadas de cebada,
venus de oro,
tatuadora,
habitante de un pedestal,
carnaval binario...
No, que me enamoro.

Saludos de cero,
rotura de moldes,
mente violada,
nubarrones grises
de monzón,
flashes intermitentes,
¿mucha superficie de contacto?
¿caprichos?...
No, que me enamoro.

martes, 4 de diciembre de 2012

Sí, si ya se lo de Sisí, que no cabe en sí.

No,
negación obligada,
fuente de llantos
y desierto de risas,
noes que destruyen
castillos en el aire,
noes presupuestos
que no dan ni licencia de obra,
no niegues que nunca
has negado con un no
que frustró una comida o una cena,
un no,
que transformó energía cinética
en apatía crónica,
noes que aunque no se sepan,
se saben,
noes que cerraron puertas en la niebla,
o que cerraron piernas en un lecho,
noes que se llevan siempre,
aunque no son siempre una carga,
noes que hunden barcos
y sacan otros a flote,
noes que son de paso entre las orejas,
noes que no son noes,
que son noes disfrazados,
que se enmascaran en vergüenza,
en miedos, inseguridades,
o en las palabras del público y crítica,
noes que rompen esquemas,
incluso noes que a punta de navaja
arrancan sonrisas de dolor,
no es estúpido,
pero tampoco es bueno
casarse con un no,
y aunque algunos son natos,
otros se los tatúan con los años,
noes que no están latentes,
pero si investigas, salen,
y a la vez si te rozan,
y los paras se transforman
y si no, te atropellan,
intereses que generan noes,
preguntas que generan noes,
y un no, si ya me lo veía venir,
y no es que lo niegue,
pero, Áurea, tampoco puedo afirmarlo.

Dolores en ambas sienes

Apartaos de mí,
dejadme solo,
dejad de encerrar mi libertad,
encadenaros de pies y manos
y volver a vuestro campo de avena
o a vuestras praderas alpinas,
esas tan cercanas,
esas tan lejanas,
parad de fusilarme,
decididlo en un momento,
como el que tardé en zurcirme
con hilo de oro mi incertidumbre,
o en 25 días
como hice que germinase
la semilla de mi marihuana,
girad el timón, marchaos,
y ¡ por favor!
cerrad la puta boca
porque el viento solo me susurra...
gilipolleces.