martes, 31 de marzo de 2020

Gota China


Y cae otra gota
horadando aún más mi cráneo,
acompasada, rítmica,
como si de un beat se tratase,
esos que te hacen mover la cabeza,
aquí, bombea el motor acompasado,
monótono, cíclico, predecible,
absurdo, estúpido, triste,
como las calles en cuarentena,
como la homeopatía,
como una viñeta de Joan Cornellá,
como una frase de madre,
como un ouroboros,
como un trabajo de oficina,
como yo...
como yo me siento,
y siento como ha ido.

lunes, 30 de marzo de 2020

Espacio de tiempo muy breve. Siempre.

Es cierto que los momentos son momentos,
pero a veces,
un momento puede dejar de serlo
cuando se enquista,
cuando una hoja hace metástasis
entre un ventrículo y el segundero,
instalándose, incubando,
en un no quiero ver y quiero pensar,
que teje unos falsos cimientos de arenisca,
en los que cual puente de cuerdas
no sabes cuando viene a flaquear,
aunque se intuya
y en una bajada de telón cualquiera
de estas en las que menos te lo esperas
aparecen lo vómitos y las cefaleas
nada más abrir las verjas,
vomitándote ellas a ti,
en una telaraña de escombros
donde eres presa momentáneamente
del yugo de ese momento
en el que ese momento
decidiste que era el momento
sin saber lo que firmabas
en ese puto momento.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Harakiri deshonroso

Siempre he sido inverosímil,
como una constante historia de tabernas,
he vivido atormentado calándome,
y sin calar, más de una vez
y menos de lo que querría,
a pesar del riesgo,
siempre fui un temerario
en la materia de regalar vísceras,
pues más que ofrendas,
lo veía como devoluciones altruistas
cual sobre en negro en negro precipitado
de un cabeza de familia
cuya prole depende de esa maldita celulosa,
total, de célula a celulosa,
no hay tanta diferencia,
y aunque al final se cosieran las comisuras
y acabara gangrenado a fuego,
decir las letras incorrectas, a propósito,
sólo era como una salida de emergencia,
una barra antimiedos del juego de la soga,
donde cada hebra surcando mis palmas,
no eran si no agujas infectas
que derivaban en vocablos,
que como brazadas en arenas movedizas,
atrapaban en contra de lo pulsado
pigmentando un poco más el interior.