martes, 31 de mayo de 2011
Graznidos de vuelta al mundo
Cuervos, cuervos,
miles de millones de cuervos,
miles de millones de picos
se precipitan sobre un solo corazón.
Vuelan raso, acechan,
y graznando celebran
que la guadaña de Cupido
otra víctima deja atrás.
Cuchillos de carnicero con alas
me escoltan allá donde voy
mientras no paran de chillarme
lo estúpido que llego a ser.
Mi cabeza, sus nidos;
mis ojos, su dominio;
mis entrañas, su alimento;
mis sentimientos, su existencia.
Cuervos, cuervos,
miles de millones de cuervos,
miles de millones de garras
que acarician con inquina mi piel.
A.O.M.
sábado, 28 de mayo de 2011
Olores de no hace tanto
Lágrimas numéricas recorren mis mejillas,
mientras que mis palmas manchadas de dibujos,
sangran palabras que a partir de egípcios recuerdos,
tejen tu silueta por encima de mi hebreo raciocinio.
Cada circuito muerde mis brazos y me apenumbra,
mientras que la falta de tus abrazos me congela
haciendo parecer el mayor de los desiertos el polo
y mi rey león el más manso de los felinos.
Cada segundo es una piedra
lanzada sobre mi techo,
que oradan mi iniesto ser,
olas contra las rocas,
y mis arenas de castillo,
secas, frías y endebles,
a merced van del aire,
con rumbo: mis zapatos
unos días atrás,
donde un añejo sofá
tentación irresistible,
era fuente de manzanas,
y ahora, pozo de torturas.
El oscuro rastro que me persigue,
publicamentes apenas visible,
con tus esmeraldas tiene que ver,
con que brillen en todo momento
y ni dormidas pasen desapercibidas,
envidia de la propia envidia,
clorofila de las palmeras del oasis,
que calma al sediento moribundo,
como no hacen ni mil cervezas.
Tras probar el lechal,
el carnero sabe a verdura,
tras oler una rosa,
el jazmín huele a amapola,
tras oler tu compañía,
la multitud sabe a soledad,
tras probar tu piel,
el cielo huele a basura,
tras cederme la oportunidad,
las demás quedarán empobrecidas.
A.O.M.
mientras que mis palmas manchadas de dibujos,
sangran palabras que a partir de egípcios recuerdos,
tejen tu silueta por encima de mi hebreo raciocinio.
Cada circuito muerde mis brazos y me apenumbra,
mientras que la falta de tus abrazos me congela
haciendo parecer el mayor de los desiertos el polo
y mi rey león el más manso de los felinos.
Cada segundo es una piedra
lanzada sobre mi techo,
que oradan mi iniesto ser,
olas contra las rocas,
y mis arenas de castillo,
secas, frías y endebles,
a merced van del aire,
con rumbo: mis zapatos
unos días atrás,
donde un añejo sofá
tentación irresistible,
era fuente de manzanas,
y ahora, pozo de torturas.
El oscuro rastro que me persigue,
publicamentes apenas visible,
con tus esmeraldas tiene que ver,
con que brillen en todo momento
y ni dormidas pasen desapercibidas,
envidia de la propia envidia,
clorofila de las palmeras del oasis,
que calma al sediento moribundo,
como no hacen ni mil cervezas.
Tras probar el lechal,
el carnero sabe a verdura,
tras oler una rosa,
el jazmín huele a amapola,
tras oler tu compañía,
la multitud sabe a soledad,
tras probar tu piel,
el cielo huele a basura,
tras cederme la oportunidad,
las demás quedarán empobrecidas.
A.O.M.
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