martes, 16 de febrero de 2016

Charrando de tus ojos

Surcos en las comisuras de tus abismos
agravados con un vampírico y atractivo pigmento
berenjena encurtida, como la tapa,
acompañados a su vez de una cóncava delicatessen
bajo tu huérfana y diestra diéresis.
Tu cascada azabache se suele precipitar hipnótica
sobre tus desnudos lóbulos,
únicamente ataviados en la siniestra con aureola.
Mas en otras ocasiones,
encauzas en un caño la caída,
haciendo que luzcan incluso más
tus penetrantes faros en vía libre.
Pero tu templo no solo tiene un lindo tejado,
lo cimientan tus sinuosas y ajustadas piernas
e irresistible y firme torso,
que crea la necesidad insana de eliminar distancias.
Como una publicista y de las buenas,
tejes sueños de explorador,
donde tu piel es mapa
y la delicadeza de lo preciado
hace señalar los destinos con yemas de algodón,
mientras tu diéresis solitaria,
encuentra compañía en el lunar de mi lagrimal,
y como la luna y el mar de resaca,
el espacio achica y deja de ser infinito,
se alinean los planetas,
el ritmo acelera, la saturación sube,
y la boca se hace agua,
mientras sigo atrapado en tus almendras
perfiladas para aumentar más aun su hechizante caciquismo,
hasta que las tangentes que parecían acotadas,
finalmente encuentran elixir en una secante
tan ansiada como necesaria.

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