Me gusta mirar por la ventana,
es fácil,
imaginar que el baile de las hojas
es por voluntad propia,
no por el aire,
no por casualidad,
o no porque sea el soplido de un
viejo aburrido jugando con su terrario.
¿Qué estúpida idea verdad?
Sin embargo,como en cada reflexión banal,
me veo arrollado por la idea
de que no se mueven, ni bailan,
sino que están reverenciándose a tu paso,
¡Joder!, ¡claro!, ¡eso es!
Y corro y me aferro al alfeizar
y esto hasta derramarme los ojos,
en una corriente de ilusión estudiada
que desemboca en mi mar de grilletes y excusas...
Como cuando me pierdo buscándote en los cristales de los buses,
Buscando mi hogar en un improbable cruce de miradas.
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