Sismos localizados
al pensar en volver a la niñez,
en volver a jugar a unir los puntos
pero sin orden, sin números,
aquí la lógica no importa, (o no debería)
y sucumbe a las garras
de una sonrisa cómplice,
pues de eso se trata,
de hacerlo lento, fluir, muy lento,
tan poco a poco
que cada pasada de la sin hueso
no deje centímetro a su suave paso
de ese blanco cielo sin explorar,
ese cielo pálido que se tiñe en bermellones,
ese sembrado de otoñales estrellas millones,
ese que reuniría a filósofos, poetas y estudiosos,
para rellenar libros y manuscritos,
dónde dejar constancia, aunque sea un mínimo,
de la belleza y privilegio que supone verlo...
A mí por lo pronto,
el vocabulario se me queda corto,
así que dejaré que esta vez mi boca hable,
pero más muda que nunca.
miércoles, 24 de enero de 2018
La piel que habito, la piel que usufructo, la piel que anhelo
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