miércoles, 3 de octubre de 2012

Mi bebé, donde está mi bebé...




Elefante con bombín, rosa y con monóculo,
estampida de él montado en un cortacésped,
en un fondo de psicodelia, rejo, omarillo, ezul,
boa constrictor como chaleco,
desnudo por todo lo demás,
corriendo en círculos, 
con ampollas en los pies,
montículos, colinas, macizos, cordilleras,
explosión de confeti verde y azul,
de figuras peligrosas, sinuosas,
obstáculos a evitar, que atacan,
saltan a los ojos con sus armas,
 montículos, colinas, macizos, cordilleras
debidamente decoradas, 
sin cortafuegos, para generar peligro,
largas cascadas oscuras,
largas cascadas de oro,
y aullidos y maullidos
incluso mugidos por todos ignorados,
sudor, sudor por joder,
sudor para el futuro,
sudor ¿en vano?
vómito como código de barras,
como saliva y camino,
presumible lecho de rosas,
con frontera de kilómetros de raíl,
actos blancos,
pensamientos blancos,
enajenaciones mentales transitorias aguamarinas,
con sus plateadas dudas aferradas al cuello y todo,
¿ sin sentido? Sí ¿ Por qué? No sé
Más comido por las termitas me hallo,
todas heridas por bates de béisbol,
procesionarias todas del mismo portal
que era Roma,
números iban a él, números llevaba a él,
números venían a mí,
pero como Neo balas yo esquivaba,
números que busco,
ya que la Mafia me los pide,
y huyo de ellos cuando puedo,
me refugio entre nexos,
o las letras que en un principio no me corresponden,
y pienso en ratas, muchas veces,
ratas pequeñas, con sonrisas de hiena,
que resuenan en mi maquinaria,
y dominada por esos cantos de sirena se hallan,
gustosamente, no miento,
y los garabatos los ato,
dibujo una cuerda,
y les echo una mano
al cuello,
les devuelvo el flaco favor,
de darme poderes a cambio de una camisa de fuerza.







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