miércoles, 14 de noviembre de 2012

Max Payne: El retorno de la babosa cerebral

Cuando llega la brisa dorada
y sientes que el aire contiene trazas,
sospechas que el ambiente contaminado
comienza a afectar a tus sentidos.

Las idas de olla son cada vez más frecuentes,
el vaivén a la curación asistida,
a los semáforos en verdad,
a la libre zorra,
tal como piedras en calzada romana.

Pacman zombie de 1 pantalla,
perseguido por periodistas fantasmas,
llenan cabezas de pájaros,
y cosen sueños de traición,
inyectan el virus que corroe,
el óxido que deteriora
y ayudan a la falta
a cavar una zanja
que no se sabe si tendrá uso.

Mis zapatos de hormigón
con suelas especiales subacuáticas,
se fraguan a fuego lento en cada manzana,
vuelcan mi muralla, la rompen,
la despedazan, la hacen añicos,
me anulan, me enamoran,
en una leve bajada de tensión de párpados,
un platónico de oro,
un tatuaje gratis en el cuello,
un pilar fracturado,
otra cicatriz en mi cuerpo

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