miércoles, 25 de marzo de 2015

TUS HIJOS SON MÍOS


Eres el reproche que me falta cada día,
las voces mudas ininterrumpidas
que ahogaban y entretenían la rutina,
las luces tenues en el cine
cuando se marchitaban las letras
dando paso a lo adulto,
las horas en los portales,
en los garajes, en las sombras,
las hora a contrarreloj,
el frío de las horas previas
a que el día reiniciase a cero
en una cabaña de juguete moneando
en un supuesto viaje para los de arriba
sacrificando horas de los lejanos,
el caos en el nido,
la sala de espera con rumiante receptor
y millones de colores estampados
en una sorpresa de portada,
las vistas al abismo de las luciérnagas
donde yacían mensajes a manta y pintura
y que iluminaban en la boca del lobo
mi preferido y ansiado esbozo,
las proyecciones privadas yuxtapuestos,
la nota discordante de color
en la gama cromática,
la mirada perdida con recelo
en la pocilga plantada de nabos
a ritmo secuencial, la cual,
nunca quedaba coja,
el amanecer temprano
entre dedos anquilosados
de embalsar lágrimas,
la que capaba mis sueños
al abrir el telón en el lecho
porque ya estaban presentes
y no era necesario figurarlos,
el respeto a lo temido,
el culto a la Diosa correcta,
el olor a la tarde aleatoria estival
en la que la dupla fue real,
los tubérculos cayeron del cielo
y la cama del sin techo quedó marcada
allá donde la concurrencia era inexistente,
el temblor inconfundible,
el frío en las venas,
el calor en las venas,
el color en las venas,
el claroscuro en las venas,
el dolor en las venas,
el dolor en las arterias,
el dolor en la conciencia,
en definitiva,
la viata mea, inima mea.


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